viernes, 16 de mayo de 2014

El aborto provocado es una forma de tortura

El aborto provocado es una forma de tortura
El crimen del aborto es una forma de trato cruel, inhumano y degradante
Carlos Álvarez Cozzi
Para los que conocemos el tema, nada nuevo agregó el Observador Permanente de la Santa Sede, monseñor Silvano Tomasi, cuando, al responder a la Comisión respectiva de la Organización de Naciones Unidas, que osó cuestionar a la Iglesia Católica por su doctrina en protección de toda vida humana naciente, afirmó clara y valientemente que el aborto es una forma de tortura.
La propia Organización tiene una Convención de amplia ratificación por parte de los Estados, que se denomina de “Tratos Crueles, inhumanos o degradantes”, en la que con muy buen criterio se regula y sanciona este tipo de tratos a los seres humanos, por ser lesivos a su sola condición de tales, por tener la dignidad humana que debería ser inviolable.
En una clara afirmación abusiva y violatoria de la libertad de cultos, que es otro derecho humano reconocido por la comunidad internacional, el Comité de Naciones Unidas se había pronunciado recomendando a la Santa Sede revisar la estructura de su clero, con su celibato, como colaborador de los abusos contra menores, y de paso también se despachó afirmando que la posición católica de condena a todo aborto provocado, implicaba, a juicio de ese organismo internacional, “violencia” contra la conciencia de la mujer que se vería “presionada” por la misma a la hora de abortar.
Todo el mundo advirtió por donde “venía el tiro”. Es decir, de cómo los casos de pederastia que la propia Iglesia Católica ha combatido y sancionado reduciendo al estado laical a casi mil sacerdotes en todo el mundo, sería usado para ir más allá. La Iglesia además ha quitado de sus diócesis a unos ochenta prelados durante el pontificado del Santo Padre Benedicto XVI, actualmente papa emérito. Además, jurídicamente, la Iglesia Católica explicó muy bien que los sacerdotes que están por el mundo ejerciendo su ministerio no son funcionarios de la Santa Sede, Estado independiente con estatuto de Observador Permanente ante las Naciones Unidas, sino que, si bien están sometidos a penas canónicas de acuerdo al Código de Derecho Canónico los que han cometido delitos, es la autoridad estatal en cada país donde dichos clérigos ejercían el ministerio los que tienen jurisdicción en la órbita de la justicia penal para someter a proceso y condenar eventualmente los delitos que hubieran podido cometer.
Por tanto, desde el punto de vista del Derecho Internacional, no cabe duda que la posición de la Santa Sede es la jurídicamente correcta.
Y al responder al Comité de Tortura de las Naciones Unidas, según el siguiente enlace, también acierta porque no cabe duda que el crimen del aborto es una forma de trato cruel, inhumano y degradante (en particular más en algunos tipos de aborto que en otros, pero todos graves al fin). Nosotros agregaríamos que se trata de un crimen contra un ser humano inocente, perpetrado con premeditación y alevosía la mayoría de las veces, con evidente abuso de relaciones domésticas y con violencia doméstica sobre un ser vivo inocente e indefenso.
Estamos seguros que dentro de no tantos años, a la comunidad internacional le parecerá increíble que se hubiera discutido este tema de la condena al aborto, como antes sucedió con la esclavitud, finalmente abolida y condenada en todo el orbe.